miércoles, 10 de marzo de 2010

PD: Como curiosidad, podeis echar un vistazo a las conclusiones de la Evaluación de la Expresión Oral llevada a cabo en 2003 por el MEC, en el siguiente enlace: http://www.ince.mec.es/pub/expresionoral.pdf
Buenas noches, compañeros.
El pasado jueves estuvimos tratando la expresión oral. Me entusiasma este tema, así como el del jueves anterior, la habilidad de escuchar. Creo que estas dos capacidades, la de escuchar y la de hablar, son básicas para desenvolvernos en cualquier ámbito de nuestra vida. Y, tal y como iniciamos y planteamos este curso, justifican la creación y el esfuerzo por un proyecto lingüístico en cada uno de nuestros centros.
Como muchos de nosotros comentábamos, todos los días nos tenemos que enfrentar ante situaciones, pequeños conflictos, que dificultan la tarea educativa en general, no sólo la clase de Lengua o de Idiomas. Me refiero, concretamente, al no respeto por el turno de palabra, hablar todos a la vez, interrumpir las intervenciones de otro, no saber escuchar, etcétera. Es decir, la incapacidad de hablar y escuchar. Con lo cual, estas capacidades son básicas para cualquier docente, sea cual sea su asignatura a impartir. En ese sentido, veo muy acertada la introducción de este tipo de ejercicios que fomentan la expresión oral y la habilidad de escuchar en el ámbito de la tutoría, como apuntaban algunos compañeros.
Al mismo tiempo, supongo que la forma de hablar de muchos de nuestros alumnos no cambiará (a mejor) hasta que no se fomente en serio la expresión oral, porque ¿qué referentes tienen?, ¿la televisión?, ¿los amigos?; ¿cómo se habla en agunas familias?.
Una profesora que tuve hace ya algunos años, cuando estudiaba en la universidad, y de la que guardo un grato recuerdo, ya nos decía que nuestra generación sufría una esquizofrenia lingüística, un pensamiento disociado. Quizás no fueran los términos más adecuados, pero llevaba razón. ¿Cómo alumnos que llegan a 4º de ESO (por no ir más arriba), después de más de una década leyendo, formándose, pueden llegar a no saber expresarse? Y es que quizás se deje en los papeles y en los libros la teoría, y el día a día, la práctica, sea otra cosa. Nada tiene que ver, no incorporamos a nuestra vida los conocimientos que vamos aprendiendo, los guardamos cuando cerramos el libro después de clase.
Por otra parte, tenemos el problema de la evaluación de estas dos capacidades. De hecho, si las evaluáramos ¿quién aprobaría? No obstante, he de decir que, no sólo son nuestros alumnos los que están desentrenados en dichas habilidades, nosotros, realmente, estamos aprendiendo mecanismos para fomentarlas y desarrollarlas.
Desde luego, lo ideal sería comenzar toda esta tarea desde Primaria.
Hasta el póximo jueves. Atentamente, Esther.